lunes, octubre 30, 2006

Tu cumpleaños

Podría garantizarte que tampoco para ninguno de nosotros fue sencillo pasar el viernes sin ti. Todos sentimos ese vacío de no tenerte y no poder gritarte en la mañanita "¡Feliz cumpleeeee!".
Pero lo importante, pequeñina, es que lo sabes bien. Sabes que somos tu familia y que te adoramos y que, aunque suene como un conocido y extravagante personaje de nuestro linaje, de verdad todos pasamos el día pensando en ti.

*Marianela*

sábado, octubre 28, 2006

Un Cumpleaños Diferente...

Chiquillas, ayer fue el día más difícil que he vivido desde que me vine a Madrid... mi cumpleaños sin ustedes...
Simplemente quería decirles "Gracias!!" por haber estado conmigo durante todo el día, por haberme hecho sentir que no hay distancia que pueda cambiar un Felitupleaño!!
Las quiero muchísimo! y espero de todo corazón que en el futuro podamos volver a compartir los momentos importantes, como ayer!!
Besitossss!! :D

*Mariana*

martes, octubre 24, 2006

(*) El cielo (*)

Ninias: esto lo escribí hace ya algún tiempo...



Prólogo

No podría decir con precisión qué, pero algo me impulsa a escribir, así que de antemano me disculpo por la extensión de esta carta. El motivo lo desconozco, pero las únicas veces en las que he podido contar la escritura como una de mis habilidades, han sido esas no tan únicas veces en las que me he encontrado en el fondo de la ira, de la tristeza, o en la cúspide de la felicidad. Lamentablemente éste no es el último de los casos.
Creo que escribo para encontrar las respuestas que necesito, para entenderme, para entenderlos, para darle sentido a lo que no lo tiene. Esta carta no es más que un viaje hacia el interior de mí misma; soy sólo yo, conmigo, tomándolos a ustedes como mi motivo. Se trata de un camino que, lamentable o afortunadamente, necesito recorrer sola.
Una buena pregunta sería si siempre se debe luchar, si se debe pelear mil veces la misma batalla aunque ya se haya perdido. No encuentro la respuesta. Lo único que escucho es una voz, lejana pero intensa, que me repite constantemente “nunca te rindas”.
Ahora sólo necesito paz, necesito estar tranquila, necesito descubrir quién soy, qué quiero, quiénes son ustedes, por qué existen para mí y si realmente existen o si es que yo los inventé en un afán por no estar tan sola. Estoy desesperada y esa paz no me llega, no la alcanzo; la veo con sonrisa sarcástica y mirada de lástima al otro lado del camino, me llama, trato de acercarme y no lo logro.
Estas líneas son el único medio que conozco a través del cual puedo exorcizar mis demonios, ésos que me acosan, que me persiguen, que me atrapan y me encierran dentro de mí misma.
Estoy buscando a Dios y no lo encuentro en ninguna parte, por eso vine a buscarlo aquí… en ustedes; en un papel en blanco y en la tinta de una máquina que ni siquiera comprendo. ¿Dónde está Dios? ¿Se fue o todavía está conmigo? ¿Esto se trata de alguna misión que no entiendo o de alguna lección que me rehúso a aprender? ¿A dónde se fueron ustedes?
No recuerdo la última vez que les escribí una carta, pero haber pasado “sobre un arco iris” me produjo la inmensa sensación de no saber o de no poder vivir así; por eso tomé esta decisión: escribir, escribir y escribir hasta que logre encontrar dentro de mí el huequito silencioso de fe en el que me sumergía a rezar años atrás y poder, finalmente, despedirme de ustedes.
Bienvenidos una vez más a mi mundo.



Siempre viví en mi propio planeta, en otro mundo. Pasé la vida medio alejada de todo. Quizá por eso nunca me afectó realmente lo que pasara aquí; a fin de cuentas, tenía una galaxia para mí sola.
Allí comenzó todo el problema: “para mí sola”.
Mi casa, mi galaxia; era enorme. El brillo de miles de luces en mi techo contrastaba con el azul intenso de mi espacio y con el blanco algodón de mi cama. Un círculo de fuego —colocado estratégicamente sobre mi hogar— iluminaba mis días; cediendo luego su espacio a su homóloga nocturna, quien cuidadosamente vigilaba mis sueños.
Lo tenía todo: era un ángel pequeño de alas enormes, con mirada limpia y sonrisa sincera; la consentida de Dios, para ser honesta.
Sí, mi hogar era el cielo.
Desde pequeña había estado acostumbrada al ruido, a los gritos, a las risas… a todas las cosas que pudieran pronunciarse en plural. Había tenido una familia. Pero un día cualquiera, la lluvia y los relámpagos nos estremecieron el cielo, nuestro cielo.
Sin siquiera darme cuenta, cometí un error de proporciones incalculables: perdí la conciencia. La decepción en la mirada de mi padre aún me parece indescriptible, y su impotencia al ver que no había nada qué hacer lo transformó en algo que, muy probablemente, él todavía no se perdona.
Me encerraron. Se llevaron mi cohete y me dejaron entre cuatro paredes que no dejaban pasar ni el oxígeno; en pocas palabras, me cortaron las alas. Dejé de ser un ángel y caí inmediatamente en una mínima habitación; quizá era solamente mi forma de percibirlo, pero no encontraba ni puertas ni ventanas y no lograba explicarme cómo había entrado. No estaba segura, pero parecían paredes oscuras, tal vez negras. No veía mucho, y casi inconsciente decidí conocer mi espacio recorriendo con mis manos las paredes de la habitación vacía, en un intento fallido por descubrir la manilla de una puerta bajo mi mano. Ya estaba cansada; o el cuarto era muy grande, o tan pequeño que lo había recorrido muchas veces. Luego lo entendí: era circular, no había esquinas.
Al notar que, a pesar de las horas que caminé alrededor del cuarto, nunca encontré la puerta, caí al suelo sin fuerzas entendiendo finalmente que no había manera de escapar y que nadie podría hacer algo por mí. Allí en el suelo sentí que pasaban las horas, los días y los meses, en incansables y ciegos intentos de escalar las paredes; pero era imposible, la única pared que limitaba mi existencia no tenía fin.
Lo intenté cientos de veces. Ya desesperada, quise dar un salto verdaderamente largo que me permitiera salir; no lo logré, resbalé y perdí el conocimiento al caer. Pero de algún lugar —hasta ese entonces desconocido para mí— salía una voz, lejana pero intensa, repitiendo constantemente “nunca te rindas”.
A pesar de haber sido un ángel, ni siquiera Dios podía escucharme… parecía haberme olvidado en cuanto perdí mis alas y se había vuelto sordo a mis constantes súplicas. Y comencé a recitar incansablemente:
"Grito, luego soy. Pero si nadie se vuelve dejo instantáneamente de ser (…) mi grito no ha sido escuchado. Pues grito con la intención de comunicarme. Entonces, cada vez doy más alaridos y si todavía nadie se da vuelta terminaré por callarme. ¿Me resignaría a no comunicarme? A la larga sí, pues deberé darme cuenta de que no soy escuchado, que grito en el vacío. Al volver el eco tomo conciencia de mis límites, ahogo mis gritos y se transforman en mí mismo. Al volver, el grito se ha vuelto medida por efecto de la moderación (…) Grito, luego soy; canto, luego gobierno".

Finalmente retiraron las paredes o, mejor dicho, la gran pared circular que me envolvía. Entró la luz en mi habitación y desperté de ese profundo sueño. Al ver que todo había terminado, me levanté y corrí… pero tropecé. Tropecé con la misma pared de antes, la de siempre, circular pero ya no oscura, sino transparente. Una inmensa pared de vidrio que me hizo sentir desnuda, vulnerable. No tenía dónde esconderme, sólo podía quedarme allí, como siempre. Pero ahora veía gente, personas que caminaban de un lado a otro frente a mis ojos y que parecían no advertir los gritos que salían de mi cuerpo.
Nadie me escuchaba, mas todos me observaban. Se detenían frente a mi cuarto, me señalaban y comentaban sin prestar verdadera atención a lo que yo pedía. Me embargaba la desesperación al verme como la mejor exhibición de un zoológico humano.
¿Tan grave fue mi error? ¡Cuánto hubiese dado por recuperar mis alas!
Con el paso del tiempo comencé a acostumbrarme, pero continuaba perturbándome la idea de estar incomunicada y bajo la mirada escrutadora de las cientos de personas que pasaban frente a mí cada día, todas ellas impasibles ante lo que ocurría. Entonces comencé a preguntarme si de verdad era yo tan distinta, si era un fenómeno por haber perdido mis alas, por haberme equivocado tantas veces; pero preferí pensar que no, que quizá los equivocados eran ellos…
A pesar de sentirme burlada y decaída comprendí que, aunque no tuviera alas, siempre seguiría siendo un ángel; así que busqué fuerzas dentro de mí y comencé a golpear ese inmenso vidrio que impedía el paso de oxígeno y me mantenía cautiva en ese zoológico de locos. Golpeé y golpeé, cada vez con menos fuerza pero, paradójicamente, con mayor intensidad; el recuerdo de una vida anterior a ésa y la esperanza de otra distinta, me impulsaron a seguir intentando.
¿A dónde se había ido Dios? Continuaba intentando hallarlo.
Un golpe tras otro a lo largo de muchas horas. Me abalancé contra el vidrio y caí nuevamente al suelo; llena de ira e impotencia, di una patada a la pared que por poco fractura mi pierna derecha; y un ruido ensordecedor, seguido por una humareda terrible, me dejó aterrada un instante…
Después de tantos meses, se rompió el vidrio… yo rompí el vidrio.
Cuando finalmente pasó el bullicio, me levanté del suelo, y aún con dolor en la pierna pero con un brillo en los ojos que ya no recordaba, comencé a correr. Salté sobre los escombros sin siquiera darme cuenta y llegué a mi hogar. Mi padre aún no me perdonaba —creo que todavía, después de cinco años, no lo ha hecho— pero mi madre y mis hermanas me recibieron con una agradable sonrisa.
Ahora todo va a estar bien —pensé. Pero estaba equivocada. Un rayo cayó sobre nosotros y rompió en mil pedazos los casi 27 años que habíamos construido tomados de la mano. Nunca entendí realmente cómo pasó, y si es que fue de un momento a otro o si es que se nos venían desgastando las estrellas desde hacía mucho tiempo.
Ante el desastre, la decisión fue casi unánime: huir.
Y digo “casi” porque yo no voté, a mí no se me preguntó. Cada quien colocó rápidamente en una maleta lo poco que quedaba intacto y se fue sin mirar a atrás. Me dejaron.
Pude haber corrido tras ellos, pero para ese entonces ya había comprendido que lo roto era irreparable y que, de ahora en adelante, cada uno estaba solo. El ruido y los gritos se quedaron mudos, y las risas se convirtieron en llanto. Se fueron, pero olvidaron llevarse lo que ahora constituye mi mayor tesoro: los recuerdos.
Habían cometido un error, y durante mucho tiempo estuve sentada frente a la entrada del cielo esperando verlos llegar, uno por uno, como se fueron. Pero eso nunca pasó… ya no volvieron. Aun así, no me sentía del todo sola: cada mañana sentía las manos tibias y delicadas que siempre me despertaban; las oía a ellas conversando y riendo a carcajadas; lo veía a él a cada paso, con su expresión seria y su disimulada sonrisa. Todos ellos seguían conmigo en cada instante de mi vida, aún lo están.


Nadie imagina lo duro que era para mí llegar a mi casa, abrir la puerta y encontrar un vacío. Cambiaría todo lo que soy y lo que tengo por abrir esa misma puerta y encontrar a mis padres brindando en la cocina por sus 30 años de casados, y a mis hermanas viendo televisión en sus camas. Daría todo lo que soy por tener a mi lado a las personas que amo; por tenerlos a ustedes. Más ahora. Ahora cuando ya ni siquiera puedo llegar al cielo y esconderme sola en uno de los rincones; ahora cuando no tenemos cielo; ahora cuando, ni que quisiéramos, podríamos volver.
Porque todavía ahora, con cientos de personas a mi alrededor, me sigo sintiendo sola; y comprendo que los errores fueron de todos, que lanzamos a la basura lo que pudo haber sido una historia perfecta. Y si me equivoqué alguna vez, perdónenme. Aunque pueden estar seguros de que si mis errores me hicieron perderlos, cada uno de ellos me duele más a mí que a ustedes, porque yo tengo que convivir conmigo todos los días.

Nunca me gustó la soledad; odio el vacío, el silencio. Y eran ellos quienes imperaban en mi cielo cuando mi familia se fue. Me convertí en un ángel sin rumbo, había perdido mi Dios y mis alas. Entonces comencé a pensar que quizá Él estaba intentando, de cualquier manera posible, enseñarme a perder, a no aferrarme a las cosas; pero esa pérdida me desgarró por dentro como ninguna otra.
Yo continuaba preguntándome si realmente iba a lograr asimilarlo. Llegué a concluir, incluso, que como no sabía ni quería aprender a perder las cosas que amaba, iba a optar por dejar de amar como único medio para escapar del dolor de las pérdidas.
¿Por qué aceptar su ausencia me costaba tanto? ¿Por qué decirles adiós me causaba tanta nostalgia? ¿Por qué me parecía mejor que no hubiesen estado nunca a que se hubiesen marchado ahora? Porque al no estar, yo no tenía que renunciar a nada, no tenía que dejar ser libre a nadie; no necesitaba aprender o crecer, sino simplemente continuar.
Cambió mi antigua preferencia por el don de la palabra, convirtiéndose ahora en una exacerbada predilección por el silencio; hasta que hoy, después de tanto tiempo, decidí romperlo finalmente y embarcarme en esta carta para ustedes.
Uní pacientemente los trozos de vida que dejaron tras su partida, y los convertí en mi mayor fortuna, en mi secreto mejor guardado. Construí de memoria sus gestos, sus sonrisas y sus palabras; y en lo alto del techo, donde estuvo alguna vez aquel círculo incandescente, coloqué una fotografía en la que mi padre luce un gesto de orgullo viéndose rodeado de las cuatro mujeres que definieron su vida: mami y nosotras.
Pero siguió pasando el tiempo y aún nadie volvía. En realidad, nadie volvió.


Ahora, bastante tiempo después de haber escrito esto, y con un selectivo proceso de edición, he decidido compartirlo con ustedes; con la única y firme intención de jurarles que ustedes, mi familia, no son lo más importante que tengo, sino que son lo único que tengo; que los extraño, que los amo…
Ya ese cielo está clausurado, ya lo perdimos. ¿Ustedes creen que existe la posibilidad de construir uno nuevo?
Si creen que sí, no lo duden: vengan y échenme una mano. Si creen que no, por favor, no me lo digan.

No estaba muerta, estaba de mudanza!

Hola Holaaa!!
Finalmente logro volver a sentarme frente a este maravilloso artefacto que me permite contactar con quienes más amo!!

Hoy traigo buenas y malas nuevas:
Las BUENAS - Que me mudé, que mi casita nueva está quedando linda, que estoy contenta de volver a tener un sitio donde hacer todo lo que quiera, cuando quiera y como quiera, donde decorar a mi gusto y, lo mejor de todo, recibir a mi familia cuando vengan a visitarme!! (no es una indirecta ni nada!).
Las MALAS - Que no tengo Internet en casa todavía, tampoco teléfono, microondas o televisión... vivimos como vivía la gente hace un montón de años... pero poco a poco, no desespereis!!

Pero bueee, acá estoy, reportándome, para que sepan que estoy bien, que sigo aquí, queriéndolas y extrañándolas un montón!

Esta fotico fue el sábado en la noche, en un autobús! luego de la mudanza, salimos a casa de Noelia, la novia de Jorgito, a celebrar el cumple de él (que fue el domingo 22). De allí nos fuimos a una discoteca (donde finalmente nunca entramos), y esa foto es en el camino para allá!
Estaré publicando más fotos para que me vean (vaya narcisismo!! jajaja)
Besitossssss!! Muack!! :D
* Mariana *

jueves, octubre 19, 2006

Hello Peques!

Hola siniorinas, ¿cómo les va por la vida?
Es extraño escribirles aquí, siento como si de verdad estuviésemos tan pero tan alejadas unas de las otras, que no existe vía más cercana que ésta.
Pero bueno, ya estamos aquí, ¿cierto? Así que, a correr con las consecuencias y punto.

Debido al carácter impersonal de esta página, he decidido darle un toque interesante: hablaré de mí (jajajajaja! soy tan divertida, tan no egocéntrica, tan modesta!). Pero sí, era en serio, hablaré de mí.
Deben saber que no es sencillo escribirles, sería mucho más divertido sólo enviarles mensajitos con caritas felices =D El problema de eso es que no creo que el sentido sea simplemente enviar cosas inútiles, me parece que podríamos establecer algún interesante vínculo de comunicación. Bueno, eso, y el hecho de que nunca tengo saldo.
Hoy he tenido un día divertido. Sólo tengo una materia los jueves, Creatividad Publicitaria. No sé si llegaré a ser o no creativa, pero al menos me divierto. Hoy, el tipo nos dio una lista de palabras y nosotros debíamos hallar cinco analogías para ellas, por ejemplo: primavera-invierno. Entonces, tú decías "estaciones, ropa, moda", etc.
Estuvo chistoso, a todos se nos ocurrieron ideas bastante particulares... Sé que no suena tan interesante, pero debieron haberlo vivido!
De resto, mi tarde, como todas.

Ayer cumplí un mesesillo con Manuel y fue muy emocionante. Mi mamá me felicitó y dijo "superaste los 15 días, esto como que va en serio". Me dio un poco de risa, pero sí, esto va en serio. Es la primera vez que no odio a alguien después del mes, que no le encuentro los mil y un defectos... es que es tan bello! Es como un príncipe...

En realidad no tengo mucha más información qué compartir, así que por ahora lo dejaré hasta aquí. Pero escriban vale! Esto está güenísimo! Se me cuidan y se portan bien.

Paz y amor! =D
Se les quiere y se les extraña un mundo!


*Marianela*